La ciencia y la tecnología también es cosa de chicas

Miriam Ruiz

Miriam Ruiz, ingeniera y desarrolladora de Software Libre. Actualmente trabaja para la
industria automovilística. 

Conozco pocas chicas -y pocas niñas- que no tengan curiosidad, y que
no les guste hacer cosas. En terminología académica, a la curiosidad
-al saber cómo funcionan las cosas, o por qué son como son- se le
suele llamar Ciencia. A hacer cosas -a construir, diseñar, tejer,
fabricar- se le suele llamar Tecnología; bueno, en parte. Tecnología
es la parte de construir cosas en cuanto a que sean útiles. A la parte
de construir cosas en cuanto a que sean bonitas, le llamamos Arte.
Simplificándolo mucho, claro. Que me perdonen quienes no toleran que
se simplifique tanto el significado de las palabras.

A lo largo de la historia, numerosas mujeres, chicas y niñas también
han tenido curiosidad, y también han investigado, descubierto,
inventado y construido cosas. Está en nuestra naturaleza: en la
naturaleza humana. Aunque por temas políticos a menudo se nos haya
ninguneado, eclipsado, prohibido y olvidado -y aunque en muchos países
lamentablemente aún siga ocurriendo-, la realidad es que, a nada que
se escarbe un poquito en la historia, descubrimos a muchas mujeres que
han imaginado, descubierto y fabricado cosas en todos los ámbitos de
la vida, desde la agricultura o la ganadería, hasta las matemáticas,
la física, la ingeniería, la medicina, la astrofísica o el deporte. Y
seguimos haciéndolo.

Sin embargo, a muchas chicas les sigue asustando la palabra
ingeniería, la palabra desarrollo, o la palabra tecnología; muchos
padres y madres siguen pensando que son cosas más «de chicos», y
muchos profesores y profesoras siguen recomendando otras alternativas
formativas a muchas chicas, sólo por el hecho de serlo. Esto no le
hace un gran favor a nadie, ni a las chicas que tienen curiosidad y
ganas de crear cosas, ni al propio mundo científico y tecnológico al
que tienen tanto que aportar, ni a la sociedad, que puede sin duda
beneficiarse de su creatividad y su talento.

Hay muchos motivos por los que esto es así, y no quiero entrar ahora
mismo en ellos. No quiero poner el foco ni en las familias, ni en la
escuela, ni en los medios de comunicación, ni en la presión de grupo,
ni en la sociedad, aunque todos ellos tienen sus propios deberes que
hacer, a este respecto. Hay una expresión que siempre me ha parecido
fantástica: «piensa globalmente, actúa localmente», y que viene a
querer decir que lo más importante para cambiar algo que no nos gusta
es realizar acciones pequeñas, en nosotras mismas y en nuestro
entorno. Y creo que este tipo de actitud es una de las clave para
cambiar la visión que la sociedad tiene de nosotras, mujeres, chicas y
niñas tecnólogas y científicas. O mujeres, chicas y niñas que tienen
curiosidad, y a las que les gusta crear cosas.

Si eres este tipo de chica: imaginativa, creativa, curiosa, inquieta,
a la que le gusta construir cosas -desde pulseras a camisetas, desde
estructuras con bloques hasta robots, desde recetas de cocina hasta
sus propios perfumes, desde desmontar motores hasta construir
estanterías, desde diseñar la ropa de sus muñecas hasta construir sus
propios peluches, desde tunear sus patines hasta crear aplicaciones
para su móvil-; si eres este tipo de niña, o si crees que tienes el
potencial y las ganas para serlo, entonces eres -o puedes ser- una
niña científica y tecnóloga.

Hay unos cuantos puntos fundamentales -en mi opinión- para desarrollar
plenamente esa faceta nuestra. En primer lugar, tienes que divertirte.
Tienes que hacer algo que te motive, que te guste aprender, y que te
guste hacer. Esto es muy importante, y es algo que nunca debes
olvidar. En segundo lugar, intenta rodearte de gente -chicos y chicas-
que puedan ayudarte a aprender y mejorar, y tú a ellos. La ciencia y
la tecnología, al contrario de lo que pueda suponer alguna gente, son
actividades esencialmente sociales, no individuales. En tercer lugar,
no seáis conformistas, seguid aprendiendo siempre, dar lo mejor de
vosotras mismas, dejad que os enseñen, salid de vuestra zona de
confort, si es necesario. Veréis como merece la pena.

A mi me gustan mucho los ordenadores. Siempre me han gustado, y por
eso me he desarrollado profesionalmente en este campo. Hay algo mágico
en escribir código (que viene a ser, esencialmente, hablarle a la
computadora en un idioma común que ella y tú conocéis), y que ese
texto sea capaz de crear algo en la pantalla, hacer moverse a un
robot, hacer andar a un coche o volar a un dron, o hacerte vivir una
aventura en un mundo que antes no existía.

El desarrollo de software, en todas sus variantes, es algo
especialmente bonito porque aúna un montón de disciplinas diversas,
desde lengua o matemáticas hasta física, biología, psicología o
música, y las integra en una creación que es al mismo tiempo
tecnológica y artística, y en la que cabe todo lo que pueda salir de
nuestra imaginación. De hecho, ese es el factor más limitante: la
creatividad y la imaginación. Cuidadla.

Conozco a muchas niñas -y a muchas chicas- a las que todo esto les
gusta tanto como me gustaba a mi. Algunas de ellas seguirán siempre
con esta chispa mágica dentro. En otras, las presiones sociales,
familiares, falta de roles de referencia o ausencia de amigas o amigos
con quien compartir estos intereses harán que poco a poco dejen que
esta flor se marchite. A veces, para cuidar esta chispa mágica,
tendréis que poneros algo cabezotas y decir firmemente que sí que
podéis, tendréis que creer en vosotras mismas. Hacedlo. No hay nada de
malo en ser asertivas.

En este sentido, creo que proyectos como el campus tecnológico para
chicas que organiza la Universidad de Granada son muy importantes,
porque permiten alimentar esa llamita tecnológica que todas llevamos
dentro, permiten conocer a otras chicas con las que compartir estos
intereses, permiten dar la oportunidad de aprender muchas cosas sobre
las que luego podremos construir y, sobre todo, permiten disfrutar y
pasarlo bien, sin tener que preocuparse sobre si la tecnología «es de
chicas» o «es de chicos», porque ni la ciencia ni la tecnología tienen
género, y son de todas y todos.

Te cuento más en mi blog: Random thoughts on technology and life