Matilde Peinado es profesora del Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales y Directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Jaén. Hoy firma esta reflexión acerca de la igualdad de género en las carreras universiarias.
Este año celebramos el XXV Aniversario de la fundación de la Universidad de Jaén. Desde entonces, el número de alumnas se ha incrementado progresivamente, hasta constituir en la actualidad el 54% del alumnado. Sin embargo, lejos de caminar hacia una distribución equilibrada de alumnos y alumnas, sigue existiendo una fuerte segregación horizontal: mientras que las ramas pertenecientes a Ciencias Sociales y Jurídicas, Humanidades, Trabajo Social y Ciencias de la Salud, las mujeres ocupan la mayor proporción entre el alumnado, otras titulaciones pertenecientes a la rama de Ingenierías, están fuertemente masculinizadas, una realidad que se corresponde con el patrón establecido a nivel nacional e incluso europeo, donde el porcentaje de alumnas de ingeniería se sitúa en torno al 15%.
¿Por qué siguen existiendo carreras masculizadas y femenizadas en el siglo XXI? El porqué de este fenómeno es bastante claro: el tipo de socialización que reciben los niños y niñas sigue determinando su “natural” inclinación por uno u otro tipo de formación profesional. Su entorno familiar, la publicidad y los anuncios, los modelos sociales… todos estos factores inciden en su decisión.
La transmisión de modelos culturales diferenciados en clave de género no puede entenderse fuera del sistema patriarcal que ha estructurado y fundamentado la sociedad española durante la contemporaneidad, sirviéndose de la educación como medio de transmisión de los valores culturales hegemónicos.
¿Cómo podemos revertir esta tendencia, que tiene una clara impronta ideológica y social carente de sentido en el siglo XXI? Según la Decana de la facultad de Física de la Universidad de Valencia: “No nos ocupamos lo suficiente de la labor de difusión del papel de la mujer en los entornos profesionales tradicionalmente ocupados por los hombres y en los hombres en profesiones tradicionalmente femeninas. Esta tarea está comenzando a desarrollarse a través de las actividades de igualdad, pero todavía no tiene el impacto social que cambiaría la percepción del alumnado a la hora de escoger profesión”. El camino hacia la igualdad, más allá de la legislación, debe fundamentarse en una reflexión en torno a la pervivencia de ciertos fundamentos ideológicos que están impidiendo la igualdad efectiva de mujeres y hombres en nuestro país.La Universidad tiene la responsabilidad y el compromiso de contribuir, mediante acciones positivas de formación, reflexión y difusión, contempladas en sus planes de Igualdad, al destierro de aquellos prejuicios y estereotipos injustos, desigualitarios y excluyentes, porque igualdad de género, no lo olvidemos es, ante todo, una cuestión de justicia social.